Bien es cierto que las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han revolucionado nuestro estilo de vida; para la mayoría de nosotros, resulta impensable vivir sin un móvil que desbloquear cada cinco minutos para comprobar si hemos recibido un whatsapp o, con el que poder capturar instantes y hacerlos llegar a nuestra lista de contactos de manera instantánea. Pero debemos plantearnos si este imparable avance tecnológico sólo trae consigo aspectos positivos o, si por el contrario también puede actuar en detrimento de la sociedad.
Uno de los ámbitos donde mayor impacto ha causado el uso de las nuevas tecnologías ha sido en el de las relaciones laborales, transformando las bases de la producción empresarial. En este sentido, los empleados de las organizaciones son los directamente afectados; sometidos a un uso extenuante de las TIC se convierten en excelentes usuarios diana de la que ya es conocida como la nueva psicopatología de la era digital: el “tecnoestrés”.
Esta nueva clase de estrés laboral que surge con la llegada de las nuevas tecnologías puede ser definida como la incapacidad para hacer un uso adecuado y provechoso de las TIC
El “tecnoestrés” ocupa ya un puesto importante dentro de los riesgos laborales existentes en el entorno profesional cuyas manifestaciones son variadas: fatiga (tecnofatiga), insomnio o depresión; episodios de rechazo frontal a las nuevas tecnologías (tecnoansiedad) o por el contrario, episodios de uso compulsivo e incontrolable de las mismas (tecnoadicción).
Pero, ¿cómo podemos evitar que las Nuevas Tecnologías se conviertan en una fuente de malestar e irritabilidad constante? En primer lugar, las empresas deberían comenzar por otorgar un mayor protagonismo a sus empleados relegando el uso de las TIC a un segundo plano, siendo los trabajadores los que manejen las nuevas tecnologías y no al contrario. Del mismo modo resulta esencial ampliar el tiempo de descanso de los trabajadores; disfrutar de ciertos momentos de desconexión favorecerá la producción y actuará como factor de protección. Por último, conviene señalar que la práctica de técnicas de relajación ayudará a liberar la tensión acumulada durante la intensa jornada laboral, y a relajar cuerpo y mente.
Puede decirse, que en estas circunstancias se hace realmente necesario un proceso de concienciación interna por parte de las organizaciones basado en la promulgación de medidas que tengan como objetivo prevenir la aparición de este tipo de estrés laboral y anteponer el bienestar de los empleados a otros intereses.
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