Vivimos en una sociedad dominada por el consumo. No es pues de extrañar que disciplinas como el marketing o la publicidad recurran cada vez con mayor frecuencia, a la inclusión de técnicas psicológicas en sus campañas a fin de garantizar el éxito de las mismas.
Como paso previo al lanzamiento de un producto es necesario llevar a cabo un proceso exploratorio. Este proceso permitirá a las grandes marcas analizar qué clase de necesidades, preferencias y motivaciones están presentes en los usuarios a los que dirigen sus servicios. El objetivo de este proceso será doble: despertar la curiosidad del público y, generar atracción entre un mayor número de clientes potenciales.
Y en este contexto, ¿qué papel juegan las emociones de los consumidores? ¿Son las realmente responsables de nuestras conductas de consumo?
El Branding Emocional
Respondiendo a la cuestión anterior, sí lo son. Las actuales firmas en boga son conscientes de ello y, por este motivo se valen de este innovador recurso marketiniano.
El Branding Emocional busca seducir al espectador, suscitar su interés utilizando la integración de emociones como reclamo para sus campañas publicitarias. Se trata de conectar con el mundo interior de los consumidores partiendo de un complejo proceso de posicionamiento en la perspectiva del comprador donde la empatía se erige en una de las claves. A través del Branding Emocional pretenden crearse vínculos indisolubles entre marca-consumidor.
El ejemplo más ilustrativo de Branding Emocional lo encontramos en la mundialmente conocida marca de refresco Coca-Cola. Bien conocidas son sus atractivas campañas publicitarias que a nadie dejan indiferente. ¿Quién no querría “destapar la felicidad” y bebérsela de un trago? Coca Cola renueva su escaparate publicitario cada temporada esperando diferenciarse de su competencia.
Su propósito es difundir entre los consumidores un mensaje optimista y positivo al compartir con ellos historias de la vida cotidiana o, al hacerlos partícipes del propio diseño del refresco. Ante esto, el usuario siente que la marca forma parte de su vida, se identifica con ella, lo cual activa la zona más emocional de su cerebro invitándolo a consumir este producto en cualquier lugar y en cualquier momento.
Todo lo anterior pone de manifiesto una clara evolución de las estrategias de publicidad y marketing empleadas a lo largo de la historia. Aquellas campañas donde tan sólo se exaltaban las cualidades y utilidades del producto han dado paso a una nueva era, la era del marketing emocional que apuesta por interactuar con el público y consolidar la fidelidad de los clientes.
